martes, 26 de mayo de 2009

PLAYAS DEL PLEISTOCENO - 2 -

Entre las teorías que más aceptación han tenido en los últimos tiempos está la que se constituyó tras el famoso ensayo, aunque esté mal en decirlo...de nuestra autoría, (algunas risas entre el público) "El Hombre de piedra del Monte Deseado: ¿ Un hipersalto evolutivo ?". Puesto que, efectivamente, el llamado Hombre de Piedra, que desde ahora denominaremos Homo Virgiliensis, es un salto evolutivo, diríamos, en el vacío. Porque queremos expresar nuestra convicción de que el Homo Virgiliensis fue un sacrificio tabulado, un sacrificio humano, un sacrificio de la serie "Acta de sacrificio" por considerarlo la primera prueba evidente de que nuestros antepasados más remotos ya eran "homo religare"...hombre religioso; es decir, hombre en primer estadio cultural en posesión de creencias de tipo mágico, como así lo veremos en el transcurso de esta conferencia.
(El orador aprovecha el inciso para tomar un sorbo de agua. Murmullos y toses entre el público).
Como ya todo el mundo sabe el Homo Virgiliensis fue encontrado por unos trabajadores que se dedicaban a la extracción de arena, materia que se utilizaba para la fabricación de vidrio industrial en una importante factoría de la zona. Estaba anocheciendo, después de un caluroso día de trabajo, cuando uno de los mineros observó, por casualidad, una insólita prominencia que surgía en el corte de una de las trincheras de captación en la que habían estado ocupados. Cuál no sería su asombro cuando advirtió que aquel bulto que sobresalía era en realidad un pie humano. El trabajador, que creyó que se trataba de un cadáver enterrado, fue corriendo a dar aviso al capataz; que, a su vez, dio aviso al alcalde del pueblo a cuyo municipio pertenecían los terrenos de la explotación arenera.
Personado en el lugar el Alcalde comprobó que el pie que sobresalía de entre las arenas, enrojecidas por los últimos rayos del sol poniente, era en realidad un pie de piedra, y lo comprobó personalmente el Alcalde que, subido a una escalera, palpó el pie que surgía como una nariz que le hubiera brotado inexplicablemente al paredón de áridos.
La conclusión que se sacó, en aquellos primeros momentos, fue que lo que había allí enterrado era una estatua, o por lo menos una parte de una escultura, por lo que el asunto se dejó para el día siguiente.
Que el azar es, en muchas ocasiones, uno de los instrumentos fundamentales de la historia de la ciencia, no creo que sea necesario demostrarlo; pero aquí tienen una prueba más. Coincidiendo con los acontecimientos que relatamos dio la casualidad que en la pequeña localidad de Deseado se encontraba, de forma puramente accidental, el emérito profesor Virgilio. Sucedió que la misma noche del hallazgo el Alcalde comentó, como si se tratara de una anécdota, al profesor la aparición del pie de la supuesta estatua. El instinto que suele acompañar al sabio hizo sospechar al eminente antropólogo que aquel pie bien pudiera tratarse de algo bien diferente a una estatua . Bien pudo, en aquel momento, el profesor recordar la forma en que la expedición científica que dirigía P.H.W. Fendells descubrió los restos fósiles del megatérido Reus gracias a unos curiosos bastones que utilizaban los habitantes de una remota aldea en la Mongolia China. Así que sin perder un instante se dirigió al lugar del hallazgo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario